Hay poemas que aburren porque no dicen nada.
Son flores sin olor, ríos sin agua.
Y sin embargo hay otros
que penetran como espadas en el alma.
Unos dicen verdades, sentimientos profundos,
y otros trivialidades,
ni la piel atraviesan.
Y así en las bibliotecas entre miles y miles
se almacenan mentiras y verdades baratas.
Porque el poema más grande
que jamás se ha leído,
es el de cada cual, el de uno mismo.
El poema vital de haber vivido;
lo demás son cenizas, escorias, espejismos.
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